Nací en Rosario y hago danza. Mis prácticas pendulan entre la performance, la dirección coreográfica, la pintura, el dibujo y la instalación.
Fragmentar, pervertir y romper la idea de identidades totalizantes motiva, alimenta y signa mi obra. Investigo la relación entre el movimiento y los “bajos sentimientos”. Si la felicidad, la alegría, la esperanza son sentimientos positivos, me interesa investigar aquellos sentimientos que no lo son o que quedan por fuera de esta normatividad afectiva. Es decir, aquellos sentimientos que pueden ser considerados indeseables, feos o incómodos de habitar.
En el papel los cuerpos se contorsionan y se rompen para caber dentro de sus bordes. En la danza la insistencia alegre se vuelve tensión. En la pintura el óleo se acumula sin diluyente. Todo en mi obra se metaboliza en un humor ácido: las caras bailan danzas expresionistas, los dibujos y las pinturas se vuelven estribillos de queja vital.